sábado, 3 de marzo de 2012

La diseccion de la rana



Técnica interesante para ser más creativos... por Fernando Trías de Bes






El símil de diseccionar una rana sirve para ilustrar una técnica creativa: dividir un todo en partes, analizarlas y saber que el cambio de una sola de ellas puede afectar al conjunto para conseguir un resultado diferente.
Por Fernando Trías de Bes.
Muchos recordarán la clase de biología del bachillerato en la que, pobres ranas, procedíamos a su disección. Se ponía al batracio panza arriba y, tras una incisión con el bisturí, los alumnos, siguiendo las indicaciones del maestro, extraían, uno por uno, los órganos: los pulmones, el corazón, hígado, estómago, páncreas…
Recurro a este nostálgico momento para introducir la técnica creativa de la disección. No sólo ranas, podemos diseccionarlo prácticamente todo: problemas, planteamientos, objetos, productos, incluso un poema. Diseccionar es sencillo. Consiste en dividir un todo en partes, poniendo atención en los atributos que las caracterizan. Por ejemplo, una silla puede ser diseccionada en: patas, respaldo y asiento. Después profundizamos en las características de estas partes: las patas son alargadas, fuertes y de madera. El respaldo es de plástico, color blanco, cóncavo, etcétera.
Si quisiéramos ser creativos con la silla, no tendríamos más que cambiar alguna de las características identificadas. Por ejemplo, respaldo convexo, en lugar de cóncavo. Ahora bien, este nuevo respaldo puede ser incómodo, así que debemos ahora pensar en cómo alterar el resto de los elementos para hacerla confortable. ¿Cómo deberían ser las patas de una silla de respaldo convexo? ¿ Y el asiento? ¿Modifico los materiales? ¿Y el color? ¿Ponemos más énfasis en el diseño? Lo interesante es que uno puede, a partir de este proceso, idear un nuevo tipo de patas y después dejar el resto como estaba. Gran paradoja: las nuevas patas nunca hubieran sido ideadas sin alterar primero el respaldo, a pesar de que, al final, éste no ha variado.

PODER Y LASTRE DE LOS MODELOS. Ya los griegos identificaron el increíble poder de la segregación en partes. El ser humano, en su proceso cognitivo, utiliza modelos. Una silla, por ejemplo, es un modelo. Un cortado es otro modelo. Todos son modelos. Incluso el lenguaje es un modelo (sonidos que representan letras que forman palabras que designan cosas).
Los modelos son uno de los elementos que han contribuido al fabuloso desarrollo de la humanidad. Pedirle a un camarero que me ponga una taza y que vierta unos mililitros de leche y granos tostados y triturados de las plantas del café que crecen en países tropicales, mezclados con agua en ebullición, sería largísimo, cansado y muy poco eficiente. Decimos “un cortado” y todos nos entendemos. He aquí la eficiencia y eficacia de los modelos. No hay que reinventar la rueda cada vez y podemos aprovechar las ideas útiles que otros tuvieron en el pasado.
La contrapartida es que los modelos limitan nuestra creatividad. Tenemos una increíble tendencia a aceptar las cosas tal como las vemos. No sometemos a revisión los elementos que configuran un cortado, ¿verdad? Un cortado es un cortado, y punto.

EN EL ORIGEN. Decía el genial arquitecto Gaudí que el término “originalidad” provenía etimológicamente de “origen”. La originalidad se podía alcanzar volviendo a los orígenes. Por eso proyectaba edificios con los materiales tal cual surgían de la naturaleza, y en caso de haberse convertido en ruinas o desechos, reaprovecharlos tal cual llegaban. Para volver a los orígenes de las cosas no tenemos más remedio que dividirlas, diseccionarlas. Sólo entonces podremos actuar sobre ellas de un modo creativo.
En realidad, el concepto “todo” es una falacia. Los objetos, los problemas, incluso las relaciones personales, no son un ente completo, sino la suma de sus partes. Partes que están en relación unas con otras, por lo que si se varía una, el resto se verá afectado. Al modificar el respaldo de la silla, hemos de actuar también sobre sus patas.
He aquí la buena noticia: para ser creativos respecto a un tema determinado no es necesario pensar en él de un modo global o absoluto. De hecho, es bastante improductivo. Bastará con redefinir algunas de sus partes. De un modo automático, cuales fichas de dominó, un pequeño cambio en una de las partes repercutirá en otra, y ésta, en la siguiente, hasta lograr un cambio radical.

DE LA PARTE AL TODO. Fijémonos en que la innovación en el sector de automóviles de los últimos años proviene de actuar sobre cada una de sus partes por separado: los frenos, la dirección, el consumo, etcétera. Los ingenieros no han actuado sobre sus elementos individuales. Sin embargo, comparemos el Ford T con el último modelo lanzado por cualquier marca. Dista un abismo entre ambos, a pesar de que nunca fue éste el objetivo.
A menudo, las relaciones personales se estancan por una tendencia a considerarlas como un todo. Por ejemplo, alguien se lamenta: “Entre mi pareja y yo ya no hay la misma complicidad”. Formular así un problema implica, ya de partida, no solucionarlo jamás. Probemos, en cambio, a diseccionar esa relación afectiva (tiempo de ocio, tiempo con amigos, número de discusiones, aspectos que irritan, asuntos en los que hay divergencia de criterios, etcétera). Si se reconduce un área parcial, sin quererlo, otros aspectos de la relación se modifican por sí solos. Por ejemplo, aumentar el tiempo de ocio con la pareja brinda más tiempo de conversación, lo que ayuda a comprender el punto de vista del otro, y, como consecuencia, se reduce el número de asuntos en los que hay disparidad de criterios.
La creatividad no es sacar un conejo de una chistera. La creatividad es algo minucioso que requiere comprender con profundidad qué es lo que se tiene entre manos. Desmenuzar el foco sobre el que se desea actuar y diseccionarlo es un paso obligado para ello.

RESUMEN DE LA ESTRATEGIA.
Acotar sobre qué se desea incidir de modo creativo.
Dividirlo en partes, diseccionarlo
Identificar los atributos que caracterizan esas partes.
Escoger uno y modificarlo
Prever cómo afectará al resto






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